viernes, 19 de junio de 2009

DE POLÍTICA EN EL METRO.

Era un día raro y una hora extraña. El metro andaba lleno y una mujer de 50,
sentada, hablaba con otra de 30 que venía de pié.

- ¿Y tú conoces al tal Alberto?
- Sí, tiene un bigote tupido y dice que si votamos por él vamos a
tener agua y seguridad.
-¿De dónde conoces a esa maravilla?
-Pues, ¿no lo has visto colgado por todas partes?

El metro se detuvo y bajaron y subieron varias personas. Cuando arrancó, la
mujer de 30 habló:

-Señor, podría pararse más apartado, todavía hay lugar -le dijo a un
hombre sin sombrero que estaba cerca de ella y que la tocaba cada vez que el
vagón se movía. Luego le dijo a su amiga:
-Y tú ¿todavía haces caso de lo que dicen esos carteles que ensucian
la ciudad?
-Pues a quién si no hacer caso si son los delegados que ha nombrado
cada partido.
-¿Sabes qué edad tiene el tal Alberto? -preguntó la de 30- ¿En qué
casa vive,
es casado, soltero, divorciado o separado? ¿Qué coches tiene?
¿Hijos? ¿de qué edades? ¿estudian? ¿trabajan? ¿dónde?

Una señora de 70 ,sentada junto a la mujer de 50, le dijo a la de 30
mientras se levantaba:
-Señora, siéntese aquí, así podrá hablar más tranquila, a mí ni
quién me toque ya.
-Cómo cree, de ninguna manera, siga en su asiento
-Hágame caso -insistió la señora de 70- el tema que tratan me
interesa mucho y pienso que debería también interesarles a todas las
personas que van a ir a votar. Además, me encanta ir de pié, me hago la
ilusión de que alguien me mueve todavía.
Rieron las tres y la de 50 dijo:
-Pero, ¿es necesario que sepamos todo eso de los candidatos para
votarlos?
-No sólo eso sino también:
donde estudiaron,
qué grado académico tienen,
los trabajos que han publicado exponiendo sus ideas y dónde se los
puede encontrar.
en qué y en dónde trabajan, qué puesto tienen, cuánto ganan.
-No, no, ya me parece demasiado -interrumpió la mujer de 50 años.

En este punto, el metro paró en otra estación, se desocupó el asiento
contiguo al de la mujer de 50 y la de 30 casi obligó a la de 70 a volverse a
sentar. Y al sentarse, dijo la de 70 a la de 50:
-Entiendo que piense usted que tal vez sean demasiadas preguntas,
así pensaba yo también, pero ¿sabe usted lo que me decía mi marido que en
paz descanse? Me decía: "Dime, amor, si tuvieras que ir a un viaje
largo, lejos y lleno de peligros, escogerías como compañero a un desconocido
o te gustaría saber de él lo más posible..." -dio un suspiró y
continuó- Yo le aconsejo que haga caso a su amiga, las mujeres de hoy, con
el respeto que usted me merece, son más listas de lo que nosotras
éramos a los 30 años, saben mejor lo que nos conviene y tratan de asegurarse
lo más posible antes de votar. Si no pueden averiguar, si no les dicen
lo que necesitan saber, anulan su voto. No compran fruta podrida, aunque
luzca con bigotes tupidos.

Iban a reírse las tres cuando...¡Vaya frenazo que dio en ese momento el
metro! Dijeron después que porque alguien había intentado arrojarse a las
vías, que porque estaba harto. Las tres mujeres ¡claro que se asustaron! Las
dos amigas se apearon en esa estación, pero la señora de 70 años siguió
sentada en el mismo vagón, en el mismo asiento: lloraba recordando a su
marido muerto.