domingo, 27 de enero de 2008

Una revista de papel

Ayer compré una revista de papel, y digo de papel, porque últimamente uno no lee nada en papel, hasta los libros se leen en el Internet. La revista era de amas de casa, recetas de cocina, historias de la vida y esas cosas. Me gusta leer revistas, y alguna vez volver a leer los artículos de las revistas. Esos artículos que hablan de cosas que no se pasan, como trucos para bricolaje, o cocina o como hacer dieta sin ponerte histerica, donde ir de vacaciones si tienes tiempo y dinero para ir de vacaciones.

Lo que mas me atrajo de la revista fué la promesa de 20 recetas de cocina y otras 20 consejos para adelgazar, por supuesto que estos últimos eran no comerte nada de lo que venía en las 20 recetas de cocina.

Bueno, para no hacer el cuento largo, que a veces una revista es un tesoro.

jueves, 10 de enero de 2008

Mirándose

Lo presencié cuando habíamos dejado atrás la Cibeles y subíamos hacia Alcalá, por la acera de la izquierda. Un niño y su joven madre, o quizá tía, de la mano. Felices de estar juntos. Mirándose. Ella le preguntaba con humor, y él respondía contento.

Durante los días que siguieron, y los que vendrán, ¿recordará él esa tarde como el tesoro que fue?

Predicar con el ejemplo

Ayer charlaba con un amigo que lleva un blog de ajedrez (muy interesante, por cierto) y me comentaba que estaba bastante desanimado ya que luego de escribir en él intensivamente, a raíz de los pocos comentarios que recibía no le compensaban moralmente en su esfuerzo. Y me parece que es algo habitual, y hasta arriesgaría a predecir que si investigaramos a fondo el ciclo vital de los blogs, encontraríamos una curva ascendente y luego una brusca caída.
De todos modos tengo la sensación que los que escriben un blog si bien se quejan de la falta de comentarios, tampoco contribuyen a aumentarlos (en otros blogs), a pesar de sufrir los efectos de esta ausencia de respuesta. Me acordé de lo que había leído hace tiempo en un libro sobre edición de libros y revistas. Allí se contaba la anécdota de un editor de una revista dedicada a la poesía y la literatura que estaba harto de recibir artículos para publicar y decía: "si todos los que me envian artículos para que los incluya en mi revista, además la compraran... ¿no tendría ningún problema de subsistencia de la propia publicación!"
Y con la misma lógica pensaba: si todos los que han creado un blog (y sufren la falta de comunicación con sus lectores), se obligasen a incluír algun comentario en los otros que leen y que no son suyos... habría mucho más comentarios en total de los que ahora tenemos.

lunes, 7 de enero de 2008

POR FIN SE ACABARON LAS FIESTAS!!!

¡Vaya! Por fin se acabaron todas las Fiestas.

Alguien me dijo que no tenía ilusión este año, porque la Navidad y toda su parafernalia había estado en las tiendas desde octubre.

El problema fue que me contagió la falta de ilusión y este año no tuve ninguna ilusión.
No quise comprar turrones ni todos los dulces asociados a las Fiestas porque engordan y luego tienes que pasarte todo el mes de enero, ¡qué digo enero! Febrero, marzo, abril, etc. A dieta, a ejercicio a “vivir y comer sano” que ya sabemos que es lo más aburrido que hay.
No decoré la casa, porque no quise matar un pobre arbolito que vivía tan campante en el bosque para no tener que pasarme todo el 2008 con el remordimiento de haber atacado a la Madre Naturaleza, tampoco puse luces de Navidad para no gastar la valiosa energía eléctrica que por cierto subió este año, y, mis hijos no pusieron el Belén porque no les dio la gana.
No hubo regalos porque, Santa Claus es un pagano patrocinado por la Coca cola, y los Reyes Magos que si son cristianos, son patrocinados por El Corte Inglés.
No comí roscón de Reyes por la misma razón del primer párrafo.

Y al final, ¿qué pasó?

Ahora viene la resaca, volver al trabajo y que todos me pregunten “Qué tal las Fiestas?” y que yo conteste “muy tranquilitas, en familia” Pensando, “muy jodiditas, en familia” Porque lo que a mí me hubiera apetecido hubiera sido irme a pasar unas buenas vacaciones en algún hotel elegante en Paris, Londres, etc. Cenando opíparamente en restaurantes de esos de camareros con levita, sumergiéndome en las aguas turbulentas de un SPA, con Geoge Clunny o su equivalente y olvidarme de la “tranquilidad familiar” que ya se la podrían guardar en un baúl.
El cava era eso, cava común y corriente, el succedaneo de caviar, succedaneo de angulas, succedaneo de todo lo demás, y todos esos succedaneos que engordan igual o peor que el producto verdadero, pero que no se disfruta igual, especialmente porque nunca falta la cuñada que lleva todo el año haciendo dieta y te mira con cara de asco, cada vez que te llevas el canapé a la boca. Y tú que te sientes culpable, te refugias en la comida. “Felicidades” por aquí y “Felicidades” por allí que nadie se cree porque en realidad, tu cuñada la delgada esa que si cupo en su vestido del año anterior, te mira con asco y desprecio, pero en el fondo la corroe una envidia podrida asociada con el hambre que ha pasado todo el año y está pasando ahora y más viéndote como disfrutas, o pretendes disfrutar todo lo que te estás zampando.

El Fin de Año otra “noche loca” mirando la televisión para ver la hora de tomar las uvas, que si entra en el año con el pié derecho, y allí estas, a la pata clueca como una gallina tratando de hacer equilibrio con todo el cordero que te comiste y tomando las uvas una por una pero también tienes que beberte el champagne, digo cava, con un anillo de oro dentro que para que tengas dinero todo el año y al mismo tiempo tienes que cambiarte las bragas y ponerte unas bragas rojas que para que tengas sexo todo el año, y una ya no sabe qué hacer, si el equilibrio como gallina clueca, o beberse el cava con cuidado de no atragantarse con el anillo o correr al baño a cambiarse las bragas y no dar el primer abrazo del año a todos los que están que se supone que son tus seres más queridos, unos si, otros menos.

Y por fin, los Reyes Magos, ya un poco jarto de tanta comida, tanto turrón, tanto cava y tanto de todo, según, si conseguiste cambiarte las bragas o no en el fin de año. Y te das cuenta de que no te ganaste el Gordo de la lotería, ni te gustaron los regalos, qué comiste mucho y que engordaste otro tanto, que ahora tendrás que volver a trabajar con tu ropa de gorda hasta que tu pobre cuerpo vuelva a un poco de regularidad.

Y todo ¿para qué? Para que vuelva a pasar un año entero y te vuelvan a llenar los supermercados de turrones en agosto y la televisión la llenen de anuncios de perfumes usados por modelos anoréxicas de quince años que se enamoran de esos modelos anoréxicos que tú solo verás en los anuncios.

Por fin, ya paso todo (como me dicen mis hijos cuando me pongo furiosa con ellos dándome una palmadita en la espalda) ¡Ya paso todo!.

De todos modos FELIZ AÑO

martes, 1 de enero de 2008

Madrileños

Me gusta escuchar a los madrileños. Ponen delicadeza al hablar. No se escuchan gritos en las calles. El volumen de la voz en los restaurantes es bajo. Aunque hablan mucho entre sí, y ríen y bromean, en parejas o en grupo. Hay mucho buen rollo. No sé si será sólo en estas fechas o en estos pocos lugares que he visitado. Pero me encanta comprobarlo un año tras otro.